El dolor emocional
Se puede presentar en los momentos críticos de la vida como son: El divorcio, la pérdida de la persona amada, la separación, la infidelidad, el desamor, el desprecio, la desaprobación, el rechazo, etc.
¿Es posible curar las heridas después de estas experiencias?
El dolor emocional es uno de los males más comunes y que sucede a diario a nuestro alrededor o a nosotros mismos, nadie está exento de sentirlo en un momento de la vida. Este tipo de dolor puede llegar sorpresivamente y a medida de que nos toma desprevenidos el golpe es más devastador.
El sufrimiento es algo que parece tener dos extremos en la reacción humana, uno de los extremos es el auto engaño, ya que no queremos reconocer que algo grave está sucediendo en nuestra vida.
El otro extremo es la adicción al dolor, existen personas que van pasando de dolor en dolor por la vida, tanto físicamente como emocionalmente. Todos hemos conocido a alguien quien siempre nos hace comentarios sobre lo mal que le ha ido o sobre los problemas físicos que están pasando, sin darse cuenta que ese dolor le reporta ganancias.
Es muy duro para cada uno de nosotros, reconocer que en algún momento de nuestra vida hemos estado en estos extremos de esta fina cuerda de la vida que es el dolor emocional.
Una de las características más duras del dolor es que entra en todas las esferas de la vida de cada persona, ya que se convierte en dolor mental, emocional, espiritual y físico, el cual además va afectando a los que nos rodean de muy diversas formas, desde el comprometerlos a estar al lado del “dolido”, hasta repudiar al “dolido” y estos extremos son mecanismos de defensa que tenemos que usar para tratar de mantener un pequeño equilibrio ante el “dolido”.
Por todo lo anterior podemos suponer que hay dolores que matan, tanto las emociones, como al cuerpo. Por lo tanto hay que tener cuidado en cómo manejar el dolor, ya que existe desde la visión popular de decir “échale ganas”, hasta la postura de consultar a un especialista para encontrar la ayuda más idónea de cada caso, ya que el dolor, también toma significados diferentes dependiendo de la personalidad del que sufre el dolor sea físico o emocional.
En las etapas de dolor existen muchas conductas:
1. Conductas de huida: Se caracterizan por alejarse del evento doloroso.
2. Conductas de represión: El inconsciente nos hace olvidar enérgicamente eventos o pensamientos que serían dolorosos si se les permitiese acceder a nuestro pensamiento.
3. Conductas de proyección: Son cuando los sentimientos o ideas dolorosas, son proyectadas hacia otras personas o cosas cercanas pero que el individuo siente ajenas y que no tienen nada que ver con él.
4. Conductas de negación: Es cuando la persona trata factores de la realidad obvios, como si no existieran.
5. Conductas de regresión: Que son el retorno a un funcionamiento mental de nivel anterior ("más infantil").
6. Conductas de aislamiento: Que se caracterizan por la separación del recuerdo y los sentimientos, es cuando alguien deja de sentir algo que realmente le afecta.
7. Conductas de sustitución: Son cuando la persona substituye un pensamiento desagradable inmediatamente por uno agradable.
8. Conductas de desplazamiento: Es cuando la persona tiene sentimientos hacia una persona pero los conecta a otra, es el típico “que no busca quien se lo hizo sino quien se la pague”.
9. Conductas de racionalización: Es encontrar un auto justificación de los actos, sin percibir los resultados, es cuando se hace exactamente lo contrario a lo que se necesita.
Muchas de estas conductas, que a resumidas cuentas tratan de ocultar el dolor o evidenciarlo al máximo, se asocian al uso del alcohol, drogas, uso de medicamentos y conductas no sanas en la persona. Ya en realidad se está buscando un “Escape del dolor”.
Según el Terapeuta José Jaime Martínez un escape muy común, casi imperceptible y cotidiano es el mirar horas y horas la televisión o la computadora y otras distracciones le evitan su situación actual. Estas distracciones sirven para mantenerle aislado de su dolor, pero al final de cuentas no permiten que la persona resuelva el problema, sino que lo deje que eche raíces cada vez más profundas.
Hay que tener cuidado, ya que el dolor emocional puede permanecer instalado en nosotros por un largo período; lo cual nos lleva a dormir rumiando el dolor y al despertar sentiremos el mismo dolor, solo que en muchos de los casos nos vamos acostumbrando al dolor e incluso hay quienes se vuelven adictos al dolor, lo cual conlleva consecuencia incluso el no querer dejarlo, ya que es como despojarnos de una gran arma que nos permite relacionarnos con otras persona, ¿Quién no conoce a alguien que nos ha contado su historia triste y llena de penurias?, en la cual sigue viviendo y te acaso te pones a pensar que motivos tiene para vivir así?.
Hay quienes afirman que el dolor es el mejor maestro, ya que entre más duelan las cosas, mas aprendemos de ellas, y en realidad es al contrario, entre más relajada esta la mente y más confortable este la persona más fácil es aprender.
Es importante saber si estamos sufriendo por el mismo dolor desde hace mucho tiempo o acaso ya se han acumulado más cosas. Es importante identificar el momento de desapegarnos del dolor, si, por contradictorio que parezca, debemos programarnos para dejar el dolor.
Es necesario sentir el dolor mientras nos ayude a aprender más de lo que nos pasa, esto es, mientras represente una forma de ampliar la visión acerca de nosotros mismos, jamás permitas que el dolor se instale en tu vida o se convierta en la manera en que vives, ya que se convierte en tu acompañante y te llevará hasta la tumba. Parece obvio que nadie desea apegarse al dolor. En realidad, aún así, desapegarse de él tal vez sea uno de nuestros mayores desafíos.
Pero ¿y qué hacemos con el dolor? El primer paso es aceptar la necesidad de abandonar un patrón emocional que nos daña y daña o enferma a las personas que nos rodean; pero debes saber que abandonar la fuente del dolor implica sufrimiento. Esto requiere de aprender a hacer el periodo de duelo o luto, ya que, el proceso de recuperación del dolor nos permite vivir de manera más plena y volver a disfrutar de cada día, de cada persona y de cada cosa que la vida nos da para sentir placer por estar vivos.
El dolor es un sentimiento que se puede considerar normal o verdadero, ya que es una emoción humana, y como tal hay que vivirla en su momento, pero el problema es cuando el dolor se convierte en un arma de negociación o de forma de vivir.
El recuperarnos de una perdida nutre la capacidad de amar, de vivir y disfrutar mejor las cosas, es un mal entendido que el efecto traumático de una desgracia nos debe sumir en depresión y dolor de por vida. Cuando nos separamos de un patrón emocional doloroso con el cual convivimos por tantos años, debemos mantener la conciencia de su importancia en nuestro proceso de auto-conocimiento: una forma de gratitud por lo aprendido, esto es recoger las lecciones que nos da la vida, para valorar mejor las cosas y disfrutarlas mucho más.
Sogyal Rinpoche sugiere el contacto con la naturaleza como un potente método de poner fin al dolor: “Uno de los métodos más poderosos que conozco para aliviar y disolver el sufrimiento es ir a la naturaleza, contemplar una cascada, en especial, dejando que las lágrimas y el dolor salgan de usted y lo purifiquen como el agua que fluye. Puede también leer un texto referente a la impermanencia o al sufrimiento, y dejar que la sabiduría contenida en sus líneas le traiga consuelo. Aceptar el dolor y ponerle fin es posible”.
En otras palabras hacer cosas muy sencillas u útiles, como son el meditar, observar el atardecer, ir al campo para pensar, escribir, todo aquello que te permita tocar fondo con tu dolor, dejar que el llanto se presente, que la rabia se presente, etc. No tienes por qué ocultar tus sentimientos, ya que debes estar consciente que son sentimientos temporales y que te vas a recuperar y te vas a sentir mejor muy pronto.
Es necesario que sepas que existen herramientas de terapia que te ayudarán pronto a equilibrar tus emociones y sentimientos, como por ejemplo, la hipnosis te ayuda a acelerar el proceso de duelo y a retomar las lecciones de la vida con mayor profundidad.
Recuerda aliviar el dolor es posible solo requiere que lo desees y de tu dedicación para ello.
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